EN JULIO SE DECIDE EL FUTURO DE SAN MARCOS
La calidad académica, la investigación como eje de la vida universitaria y la transparencia en la gestión serán los retos del nuevo rector
El futuro de San Marcos se escribirá con el voto universal. El 17 de julio alrededor de 30 mil estudiantes y 3 mil profesores elegirán a un nuevo rector, además de dos vicerrectores y una veintena de decanos.
El voto universal quiebra una vieja forma de elección que recaía en la voluntad de los miembros de la Asamblea Universitaria, que incluía a los representantes de los estudiantes. Esa vieja práctica había permitido que la elección de las autoridades fuera decidida por una serie de hábiles operadores que, a través de intensas negociaciones que incluían el reparto previo del pastel, lograban obtener los votos necesarios para sus candidatos.
Bajo ese sistema poco importaba que los aspirantes defendieran un proyecto de universidad o plantearan reformas consistentes. Ganaba quien tenía mejores operadores y quien ofrecía más a los asambleístas que decidían participar de ese juego. Con aquel sistema unos pocos se beneficiaban, pero perdía la comunidad universitaria y perdía la institución que era condenada a la inmovilidad y a la poca transparencia de la gestión.
El voto universal le devuelve el poder de decisión a todos los integrantes de la universidad y reafirma la democracia interna. Ahora existe la posibilidad de elegir el mejor proyecto y al mejor equipo.
La implementación del nuevo estatuto será el mayor reto del nuevo rector de San Marcos. Aquel estatuto es sumamente ambicioso. Su diseño es casi impecable, más allá de si se está de acuerdo o no con todo lo que en él se propone.
El espíritu del nuevo estatuto se muestra con claridad: recuperar el espacio perdido por la universidad de San Marcos en las últimas décadas y devolverle su centralidad en el debate académico, en la producción científica y en la posibilidad de intervenir en la definición de la agenda de desarrollo del país.
Lo que el estatuto pone en juego es la recuperación del prestigio de la universidad pública y su capacidad para potenciar sus aportes a la construcción de una sociedad más justa y próspera.
La formula del nuevo estatuto es sencilla, aunque su puesta en práctica no lo será. En primer lugar, la investigación se convertirá en el centro de la actividad universitaria. Para eso se fortalecerán los espacios institucionales que gestionan está actividad y se destinará el 25% del presupuesto de San Marcos. Además se crea la figura del docente investigador, aquel que se dedicará exclusivamente a producir conocimientos.
En segundo lugar, el estatuto apuesta por la mejora de la calidad académica. En el centro de este objetivo se encuentra la renovación de la plana docente y la creación de los Estudios Generales que permitirá que los estudiantes de los primeros ciclos desarrollen las habilidades necesarias para enfrentarse a las exigencias del mundo académico.
La transparencia y la eficiencia en la gestión representan el tercer eje del estatuto. Una apuesta crucial si se entiende que el oscurantismo en el manejo de los recursos ha sido la tónica en la gestión universitaria.
El futuro de San Marcos se escribirá con el voto universal, pero también con la voluntad y la capacidad del nuevo rector y las demás autoridades para implementar el nuevo estatuto. La elección del 17 se julio será histórica. Toca elegir bien, con sensatez y con esperanza.